viernes, 9 de noviembre de 2012


Taller de Expresión Artística para Niños de Ascendencia Mapuche:
Quinta Normal, Octubre 2012.

Cuarta sesión, 7 noviembre 2012: Terminar para recomenzar.


Todo comienzo encierra su respectivo término, el que a su vez genera un nuevo comienzo. Para sintonizar con esa dialéctica, preparamos un power point especial, con imágenes cuidadosamente elegidas de sus obras mejor logradas y de los momentos más atractivos de las sesiones previas. Así procuramos anclar, solidificar, las energías movilizadas en esta actividad.



Claro, los criterios de elección de esas imágenes (y de su virtualidad) son los nuestros. No puede ser de otra forma: ante estos niños funcionamos como “representantes”, o “mediadores”, de la cultura artística generalizada. Mediante esa deliberada secuencia de imágenes al mismo tiempo creemos haberles ofrecido una primera devolución (retroalimentación), un refuerzo de una praxis suya socialmente valorada y entrenamiento “académico” de su mirada. Quisimos que nuestro power point fuese una aplicación práctica del estadio del espejo, de Lacan (con la pantalla como fuente especular). No resultó extraño que muchos de los niños mientras miraban fuesen verbalizando, con entusiasmo, su deseo de dedicarse a alguna disciplina plástico-visual: “De grande voy a ser pintora... Quiero pintar cosas bonitas en las murallas de la calle... Voy a aprender a hacer monitos (cómic)...


Invitándoles a reconocerse en esas imágenes de artistas-en-acción, y también en las consecuentes obras, tal vez hemos contribuido a que ellos años más tarde construyan una identidad más sofisticada y liberadora, cuando esa sea la tarea psicoevolutiva demandante.



Inmediatamente terminada la exhibición, para canalizar la energía emergente, les solicitamos dedicarse a la única obra que alcanzamos a realizar con claro sentido colectivo: una intervención estética al nombre de la escuela. Les ofrecimos un diseño de la palabra ANTUMALAL, donde las letras semejaban llamas flameando a partir de un semi círculo vacío. Qué ubicaran en tal zona vacía, qué color tendrían sus llamas, todo eso puede ayudar a identificar lo que habita en el interior de estos adorables niños y niñas. Su específico análisis y comentario, por supuesto, sólo lo haremos con sus padres y profesores, apenas se presente la ocasión.


Sinceramente deseamos que este Taller permanezca en sus inconscientes como momento en que ejercieron un efectivo y lúdico control en una pequeña, pero significativa, actividad. Tal vez, en los momentos difíciles de la adolescencia, el recuerdo de los colores y las sonrisas que brillaron cierta arde de noviembre en una modesta pantalla les impulse a seguir adelante. Con ese deseo nosotros hicimos el brindis final; ellos brindaron por las ya cercanas vacaciones.



Ya anotamos que todo final encierra un recomienzo. Entonces, no diremos adiós, sino hasta muy pronto. Saludos afectuosos.
María Eugenia Walker Vicuña, 08-8925090, mwalkerv@uc.cl